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sábado, 12 de febrero de 2011

EL ORGASMO FEMENINO

Los secretos del orgasmo femenino


El creer en la posibilidad de una plenitud sexual es el principio de una relación satisfactoria. Para llegar a los niveles más altos, existen técnicas y zonas que pueden ser descubiertas con un poco de atención y estudio...
La sensación subjetiva de orgasmo está centrada -en la región pélvica- en el pene, en la próstata y en las vesículas seminales en los hombres y en el clítoris, en la vagina y el útero de las mujeres.
El orgasmo es una experiencia de corta duración, de no más de diez o doce segundos, con una intensidad difícil de explicar en palabras. Que las mujeres no tengan la facilidad de tener orgasmos que sí tienen los hombres, no tiene nada que ver con el tipo, la manera, o el modo de obtenerlos.
De hecho, la incapacidad de alcanzar el orgasmo durante el coito, a pesar de una respuesta plena ante otras formas de estimulación sexual, constituye la queja más común de las mujeres que buscan ayuda de los terapeutas sexuales.
Los orgasmos femeninos pueden ser obtenidos acariciando el clítoris o la zona aledaña a él. Para ello, debemos advertir que lo que conocemos por "clítoris", es apenas la parte visible y palpable de un órgano muy complejo y extenso, que hunde sus raíces cabalgando sobre la entrada del conducto vaginal, por detrás de los labios mayores y menores de la vulva.
No existe el orgasmo femenino sin la intervención del clítoris. Inclusive aquellas mujeres que dicen que sólo logran el orgasmo con la penetración, se sorprenderían si supieran que lo obtienen porque el pene roza la entrada de la vagina, y golpetea con el hueso pubiano y las bolsas testiculares la zona de la vulva.
Esto quiere decir que se excita el clítoris de muchas maneras, porque se encuentran en él los cuerpos cavernosos (igual que en el pene) que se llenan de sangre con la excitación y el roce.
Se trata de aquella región pequeña -que se toca como una pequeña fosita en el techo del conducto vaginal y en la entrada del mismo- conocida como "Punto G", que hace relieve cuando la mujer se encuentra excitada sexualmente.
Este punto se encuentra situado en la cara anterior de la vagina, a medio camino entre el hueso del pubis y el cuello uterino, a unos tres centímetros del exterior de la vagina.
Puede sorprender, pero los 2/3 superiores de la vagina carecen de terminaciones nerviosas. Por lo tanto, carece de sentido, hoy en día, hablar de distintos tipos de orgasmo.
Todos los orgasmos, directa o indirectamente, tienen intervención del clítoris.
Para estimular el punto "G", apoye el dedo suavemente y de una forma acompasada sobre el punto descrito, modificando el ritmo según el resultado obtenido.
Este tipo de caricia requiere de mucho tacto ya que el hombre puede acelerar o ralentizar, aumentar o reducir la presión y con ello hacer variar el grado de excitación de su pareja.
Se recomienda que para efectuar este tipo de caricias las manos estén completamente limpias, las uñas bien cortadas y limpias, y no estaría de más utilizar un poco de crema o aceite lubricante a fin de hacerlas más suaves si cabe.
Las sensaciones obtenidas serán de menor intensidad que las del orgasmo clitorideo, pero permitirán un orgasmo más rápido y mayor número de repeticiones, que pueden ser simultáneas con la estimulación del clítoris y otras zonas erógenas.
La estimulación del Punto G mediante la introducción del pene resulta difícil si no se ayuda con la estimulación manual, especialmente en aquellas mujeres que tengan la vagina distendida por los partos.
La variedad de la obtención del orgasmo femenino, la experimentación, la posibilidad de goce de diferentes maneras, proporciona una idea aproximada de la salud mental, no sólo sexual, de la mujer.
Y hoy, a comienzos del siglo XXI, la salud mental de una persona, es medida por la posibilidad de tener opciones.





Orgasmo femenino

Aquí tienes una serie de pistas para que te compares con las experiencias de la media de las mujeres.

¿Sabes cuánto dura un orgasmo?
La respuesta deja un amplio margen: de 13 a 51 segundos. Si consideras que mereces más, puedes probar realizando algunos de los ejercicios que recomiendan algunos sexólogos (como la contracción y relajación continuada de los músculos vaginales). Un buen momento para hacerlo es durante las pausas publicitarias de tu programa o serie favorita. A las pocas semanas, notarás que esos músculos se tonifican.

¿Sabes cuántas mujeres fingen?
Un 50% de las mujeres finge. Así que tranquila. Si lo has hecho alguna vez no te sientas mal. Muchas mujeres lo hacen para no dañar los sentimientos de su chico ya que podría considerarse un mal amante por no llevar a su chica al séptimo cielo.
De todos modos te recomiendo que NO lo conviertas en un hábito... no hay que confundir una mentirijilla piadosa con la renuncia a algo tan importante. Los preliminares
Un 42% de mujeres logran llegar al orgasmo durante el coito. Para aumentar este porcentaje, la clave está en los preliminares. Dedica, por lo menos, veinte minutos a los juegos previos al coito. Esto hará que sea mucho más fácil llegar al clímax durante el acto en sí.


Tipos de estimulación
Un 95% de mujeres aseguran llegar al orgasmo gracias a la estimulacion del clítoris. Según los expertos, es un área mucho más sensible que la vagina, por lo que su estimulación puede generar mucho más placer que la penetración en sí.

¿Cuánto se tarda en conseguirlo?
La media es de unos 20 minutos. Pero no te frustres si te lleva más tiempo. No te centres simplemente en la búsqueda del orgasmo, disfruta de él como un todo, un conjunto de sensaciones placenteras y variadas. Si lo tomas así, seguro que el placer llegará de una manera normal y sin mayores problemas. Los expertos recomiendan también no beber alcohol, que, aunque desinhibe, también deprime el sistema nervioso central. Si todo lo demás falla, puedes recordar tus fantasías favoritas; tu imaginación puede ser la mejor aliada.



El orgasmo femenino
Los diferentes tipos de orgasmo
No podemos afirmar, sin riesgo de comprometernos, que existen tantos tipos de orgasmos como mujeres. Pero se pueden distinguir sin embargo dos grandes categorías: el orgasmo clitoridiano, en el cual la mujer se ayuda del clítoris para terminar, y el orgasmo vaginal o profundo.
— A algunas mujeres, las caricias prolongadas del clítoris les provoca el orgasmo.
— Otras no pueden terminar con el clítoris sólo pero no pueden sin embargo prescindir de él para terminar: necesitan adoptar posturas que les permitan sentir a la vez la excitación vaginal y la excitación clitoridiana, o bien que le acaricies el clítoris mientras le haces el amor.
— Otras también terminan únicamente con las penetraciones profundas.
En una misma mujer, la manera de terminar puede ser muy variable de una vez a la siguiente, o también puede experimentar muchos orgasmos de tipos diferentes en un mismo acto de amor.
— Si se ayuda con el clítoris, la mujer puede terminar sola, con su propio ritmo; a veces, puede incluso pedirle al hombre que pare de moverse aunque permaneciendo muy apoyado.
— Los golpes rítmicos y repetidos del hombre, mientras ella ha adoptado una postura que beneficia el acceso profundo, pueden acarrear el orgasmo vaginal de la mujer sin que ella se mueva en absoluto. En este caso, es importante que el hombre guarde claramente en la memoria la postura exacta con la cual la mujer ha terminado, y el ritmo y la fuerza de los golpes. Al cabo de algún tiempo, llegará a conocer así muchas posturas clave de su pareja.
El ritmo es un elemento importante; o mejor aún, la repetición rítmica. A menudo la mujer no termina porque el hombre no prolonga el tiempo necesario un mismo movimiento, y, por supuesto, porque esos golpes profundos, muy excitantes para él, son los que lo hacen terminar a él mismo demasiado rápido, antes de que haya podido satisfacer a su compañera.
— El orgasmo del hombre puede a veces desencadenar el de la mujer. Este orgasmo espontáneo es posible cuando el ritmo de la pareja en el orgasmo es prácticamente idéntico.
—i Si la mujer puede terminar sola, sea de manera clitoridiana o vaginal o las dos, puede también descubrir el momento exacto en el que ha alcanzado el punto de no-retorno y pedir entonces al hombre que termine con ella. Su orgasmo se prolongará durante todo el tiempo que dure el del hombre.
— Otra técnica es encontrar una armonización rítmica perfecta de los movimientos del hombre y de los de la mujer. La ampliación de los movimientos en fase permite terminar entonces a la mujer, sola, si el hombre puede retenerse, o con el hombre.
— Los orgasmos repetidos de la mujer: la mujer puede terminar muchas veces en el curso de un mismo acto; en general, los orgasmos que experimenta son cada vez más fuertes (a la inversa de lo que sucede con el hombre). Tras cada orgasmo debes detener los movimientos durante algunos minutos, pues la mujer ya no tiene sensaciones y, además, tiene ganas de saborear la relación total que procura el orgasmo. Deja pues que ella misma reemprenda los movimientos; si no cortas su ritmo, se encontrará en un nivel muy alto de sensibilidad y podrás así procurarle verdaderas cimas de placer.




Cómo hacer terminar a una mujer
Ante todo hay que saber cómo ocurre el orgasmo femenino:
— Favorecido por los movimientos profundos y repetidos, se produce un derrame hormonal, sentido por la mujer como un punto de no-retorno a partir del cual el orgasmo se va a producir.
— El aumento de intensidad de los mismos movimientos, en la misma posición, con el mismo ritmo, o también movimientos espasmódicos incontrolados, provocan la emisión de secreciones dentro de la vagina, acompañada de un intenso placer. Es el orgasmo propiamente dicho. La cima del placer puede ser muy breve o durar algunos segundos, sobre todo si viene acompañado por el del hombre, pues la mujer siente entonces intensamente la eyaculación intermitente del hombre con un placer creciente.
—Tras esa cima, se produce un abandono perfecto del cuerpo, muy agradable en sí mismo; es una total relajación de los músculos acompañada de una gran serenidad mental.
El cuerpo y la mente están en reposo. Pueden presentarse entonces estados de conciencia muy elevados, pues se está en perfecta armonía con el otro y con el mundo que te rodea.
Hay sin embargo una diferencia que debe considerarse entre el orgasmo de la mujer y el del hombre. En efecto, al hombre, incluso si trata de controlarse, le cuesta muchísimo no terminar cuando ha cruzado el punto de no-retorno. Para la mujer, ocurre de diferente manera, e incluso si ha sentido el punto de no-retorno, el orgasmo no es seguro.
Un cambio de ritmo o de postura puede impedirle terminar. O también, si el hombre se apresta a seguirla, los movimientos preliminares a su orgasmo pueden bloquear el suyo.
Así es posible que una mujer tenga un principio de orgasmo y, sin embargo, que éste no ocurra totalmente. Ella se queda entonces en un estado de perplejidad, medio satisfecha, medio frustrada. Su cuerpo no se halla totalmente relajado y no siente el placer del abandono.
En fin, los tiempos propios de cada uno son muy difíciles que coincidan; a veces es cuestión de segundos.
Para que la mujer experimente un placer proporcionado a la duración del orgasmo del hombre, es necesario que el comienzo del orgasmo del hombre coincida con el suyo.


El orgasmo vaginal
También hay que considerar que, cualquiera sea el tipo de orgasmo, el punto exacto que lo provoca es generalmente muy preciso en su localización.
Este hecho es una de las razones primordiales que hacen difícil el acceso de las muchachas jóvenes al orgasmo. En efecto, es posible que ese punto preciso no haya sido jamás excitado en ellas, generalmente porque el hombre no ha intentado muchas posturas o también porque él no la haya penetrado muy profundamente. Respecto de esto, hay que saber que algunas posturas en las que el cuerpo de la mujer está muy curvado sobre sí mismo, pueden disminuir a la mitad la profundidad de su vagina y favorecer una penetración máxima.
Una información que tal vez te sea útil es que el orgasmo vaginal se logra más fácilmente en las posturas profundas, y sobre todo en las posturas en las que el cuerpo del hombre está exactamente frente al de la mujer, sea que ése se halle de espalda o boca abajo, tendida, sentada o arrodillada. Es más difícil lograrlo en las posiciones de lado. Esto se debe al hecho de que el punto preciso que dispara el orgasmo vaginal está en la mayoría de las mujeres en el fondo de la vagina, al medio. Así, el orgasmo puede lograrse en ciertas posturas en que el falo toque el cuello del útero y en otras en que toca justo bajo el cuello. Ahora bien, estos puntos no pueden ser alcanzados en las posturas laterales.


El orgasmo clitoridiano
En cuanto al orgasmo clitoridiano, el problema esencial es encontrar posturas en las que el cuerpo del hombre excite el clítoris simultáneamente a la penetración.
Son pues posturas inversas a las precedentes, puesto que por el contrario necesitan del estiramiento del cuerpo de la mujer y del hombre. En general son todas las posturas tendidas, sea que la mujer esté sobre el hombre (lo que es más cómodo), sea que esté bajo él, aunque en este caso ella debe sujetarle las caderas firmemente a fin de aumentar el roce y la presión.
El orgasmo clitoridiano es por el contrario difícil en la postura derecha o lateral de ambos cuerpos.
Sin embargo, hay que dejar que la mujer cuide de medir la presión que desea pues hemos constatado que una presión demasiado fuerte, que aplaste el clítoris, suprime todo placer y rápidamente se vuelve insoportable.
En lo que respecta a la fuerza necesaria que permite hacer terminar a una mujer, es extraordinariamente variable, no sólo según las personalidades sexuales, sino en una misma mujer en momentos diferentes.
Golpes demasiado violentos pueden reducir a una mujer al dolor y bloquearla totalmente. Ella se suelta entonces del abrazo y se contrae, hasta que finalmente ya no siente nada. Este hecho, cuando se lo repite, puede ser una de las causas mayores de la frigidez tardía o de un aminoramiento considerable de la sensibilidad sexual.
Las mucosas internas son muy frágiles; en una mujer muy sensible, una fuerza demasiado grande puede desbaratar estas mucosas, dejándolas insensibles. Tras una estancia con un amante demasiado poco atento, es necesario prodigios de dulzura y caricias sutiles para devolver a la mujer su sensibilidad inicial. Aunque puede recuperarla totalmente en algunos meses.
Otras mujeres necesitan, por el contrario, una gran fuerza en los movimientos para alcanzar el orgasmo, y algunas no lo han alcanzado nunca por falta de un amante lo bastante impetuoso.
Otro tipo de mujer necesita mucha dulzura, o también un acto muy largo.
Incluso para otras eso depende del momento.
Así se comprende por qué es absolutamente necesario que el hombre ensaye no sólo posturas muy diversas sino también intensidades variables y ritmos diferentes.
En comparación con esos cuatro factores primordiales que son las posturas, la intensidad, el punto de impacto y el ritmo, el tamaño respectivo de los órganos de los dos amantes se convierte en algo completamente secundario.
Un hombre de cualquier conformación puede no solamente satisfacer a cualquier mujer sino también descubrirle cimas sensuales si es un experto en el arte de Eros.





Cómo reconocer el orgasmo de la mujer
La mujer está próxima al orgasmo


Multitud de signos pueden permitirle al hombre saber que la mujer está próxima al orgasmo:
— Ante todo, una aceleración del ritmo respiratorio.
— En las mujeres que se expresan de forma sonora, una intensificación del estertor, quejidos o gemidos.
— Una rigidez de todo el cuerpo causada por una crispación de los músculos y una tensión de los nervios.
— El rostro de la mujer se convulsiona.
— Tiende a agarrar al hombre para apretarlo más fuertemente contra ella.
— En algunas mujeres, la respiración se acelera hasta producir sacudidas y sobresaltos.


Cómo ayudar a la mujer
Generalmente, el hombre ayuda a la mujer si intensifica sus movimientos; es decir, si les da más fuerza, más amplitud, más profundidad.
Sin embargo, esto es tan variable de una mujer a otra que tras algunas experiencias que os acercarán, es muy conveniente iniciar una conversación íntima sobre este tema, preguntándole a la mujer la mejor manera de favorecer su orgasmo.
Así, mientras algunas mujeres aguardan entonces un ritmo acelerado de los movimientos del hombre, otras necesitan que conserve estrictamente el mismo ritmo pero con más fuerza, otras aún que se inmovilice y las deje hacer. Hay sin embargo una técnica que te permite llevar la excitación de la mujer a su cénit de una manera segura: consiste en aumentar su emoción de modo sonoro emitiendo tú mismo estertores y gruñidos acompañando tus movimientos. Incluso si una mujer no se expresa ella misma de manera sonora, esto no dejará de tener un efecto galvanizante sobre ella.
Puedes también exhortarla a terminar con palabras repetidas, lo que es muy excitante para algunas mujeres, o también repetir su nombre.
Hay en efecto, en ese momento, algo de muy mágico que se desprende de la repetición de ciertas palabras cargadas de sensualidad o de sentimiento, y el efecto es tan inmediato como profundo.


Cómo saber con certeza que la mujer ha tenido un orgasmo
Todos los signos que hemos descrito al acercarse el orgasmo son los mismos durante éste, aunque la intensidad es aún mayor. Durante el orgasmo mismo, algunas mujeres emiten gritos muy característicos pero únicos para ellas.
Otras realizan movimientos convulsivos; algunas, crispan las manos en el cuerpo del hombre.
Aunque todos estos signos pueden existir sin estar por ello acompañados del orgasmo.
Hombres muy experimentados me han confesado que muchas veces habían podido ser engañados por simuladoras, pese a sus amplias experiencias en materia de mujeres. Sin embargo, hay un signo totalmente inequívoco y es el estado de relajación absoluta de todo el cuerpo tras el orgasmo. Los brazos y piernas que apretaban al hombre tienden a deslizarse para volver a caer sobre la cama, hasta el punto que le es difícil levantar un brazo. La mujer se libera un poco para sentirse más cómoda y siente un gran malestar, aunque sienta la necesidad de sentir el contacto más íntimo con el cuerpo del hombre, al mantener sus piernas y brazos en alto. Sin embargo, desea prolongar la armonía física y psíquica lograda con el hombre en ese momento, conservando el mayor contacto posible con su cuerpo.
Esta relajación, y el placer que siente la llevan a menudo a emitir suspiros de bienestar.
Así, si la mujer se fuerza por cualquier razón, aunque sólo sea para desprenderse del abrazo, a mover un brazo, éste volverá a caer pesadamente sobre la cama.
Una total relajación no se puede lograr después del acto sin el orgasmo, sobre todo en nuestras sociedades en las que ese estado es cada vez más raro; es la razón por la que el estado psíquico que acompaña a esta relajación es tan agradable, como un sueño vaporoso, o incluso una ausencia de pensamientos.





Cómo comportarse con una joven o una mujer que nunca ha conocido el orgasmo
La mujer se encuentra, respecto del orgasmo, en una postura muy diferente a la del hombre, razón por la cual no piensa de ello en absoluto la misma cosa. En efecto, para el hombre, el orgasmo es un hecho que se expresa visiblemente, igual que su estado de excitación se refleja en su erección.
Para la mujer, por el contrario, su sensación o su placer no están tan exteriorizados y conllevan menos secuelas.
El orgasmo de la mujer es fluctuante, más incierto. Se sabe que la mujer no logra forzosamente el orgasmo en su primera experiencia. Este hecho es tan dependiente (al contrario que en el hombre) del comportamiento de la pareja, que a menudo logra este estado con otro amante. Es la razón por la cual una muchacha puede tardar dos o tres años en experimentarlo. Cuando ha tenido la experiencia le es más fácil entonces suplir la falta de savoir-faire eventual de su pareja.
Sin embargo, el hombre no tiene que olvidar que para ella esa no es una situación anormal, grave o alarmante, por la simple razón que siente un enorme placer al hacer el amor, incluso sin orgasmo.
La mayoría de las mujeres que hemos entrevistado nos lo han confirmado: nunca han sentido angustia por el hecho de no haber experimentado aún ese estado y, además, han tenido un gran placer al hacer el amor, sin tener la impresión de vivir una carencia
Así, creo inútil hablar de este tema (y sobre todo como un problema) pues podría problematizar a una joven, tanto más cuanto que ella puede creer que ha alcanzado el orgasmo y no advertirá la diferencia más que cuando lo alcance realmente.
En efecto, es difícil para una mujer representarse de qué se trata pues no existen signos categóricos. Es sin duda la razón por la cual esto sigue siendo vago en el psiquismo de la joven, lo que representa la mejor solución pues ello no le crea un problema superfluo que no haría más que dificultarle la consecución de ese estado, incluso hasta bloquearla
Lo mejor es pues evitar hablar de ello con una mujer demasiado joven; por el contrario, haciéndola experimentar diferentes posturas y diversos ritmos, le darás el máximo de posibilidades de alcanzar el orgasmo.
Sin embargo, es interesante recordar que una mujer que no termina necesita generalmente un acto más largo para quedar satisfecha.


Cómo siente la mujer el orgasmo del hombre
Los tratados de sexología ponen sistemáticamente el acento en el orgasmo, como si éste representara el primer criterio de un acto exitoso. Esto refleja una muy pobre idea de la dimensión que puede representar un verdadero acto amoroso. Y creo que esta noción, agravada por un juicio demasiado definitivo, ha causado más problemas en las parejas de los que naturalmente podrían existir.
Si analizamos esta noción, veremos que expresa un juicio de tipo cuantitativo que no toma en absoluto en consideración la calidad del intercambio amoroso. Además, todo se presenta en el sentido de la cantidad en estas últimas décadas: se promulgó una frecuencia llamada «normal» y la gente «sana» debe hacer el amor tantas veces a la semana.
Cosa no menos asombrosa, el lapso para considerar «precoz» una eyaculación varía en los tratados entre uno y tres minutos. Si me hubieran entrevistado en la época de mi vida en la que no vivía con una pareja estable probablemente habría colocado el baremo de mi profunda vejación en un cuarto de hora.
En una pareja establecida es completamente diferente, pues no sólo la frecuencia de las relaciones cambia su duración, sino que, además, esa pareja afronta todo tipo de necesidades creadas por el ritmo de trabajo o la presencia de los niños.
Para resumir el estado de espíritu generado por los especialistas de las últimas décadas: muchos factores relativos no estaban considerados, y en ningún momento se le ha planteado a las mujeres si estaban frustradas por un acto de mediocre calidad o por uno sin orgasmo.
En segundo lugar, la mujer no tiene ningún motivo para sentirse traumatizada cuando un hombre no termina, por la razón que sea, si el acto ha sido de calidad y si el hombre ha sido atento con su placer. Los hombres y las mujeres interrogadas han elegido mayoritariamente la armonía como el criterio primero de un intercambio de calidad. Incluso un hombre que tiene una erección mediocre puede dar a una mujer más placer, si sabe dar y posee cierta destreza, que un hombre «normal» que busca únicamente su propio placer.

Así, cuando se considera la calidad de la sensibilidad, de entrega al otro y de armonía, los criterios de cantidad y de logros se convierten en totalmente faltos de interés.
Las mujeres, en general, no esperan hazañas de los hombres, sino, por el contrario, cualidades sentimentales, una atención a su placer y una dulzura sensual que nacen de la armonía a la vez psíquica y física.